A continuación la letra de la canción 2 Millionen Rubel Artista: Angizia Con traducción
Texto original con traducción
Angizia
Moskau, Winter 1904, Im Konzertsaal des Bolschoi-Theaters, am Swerlowplatz,
und abgelegen von diesen vierlen schon tagelang verschneiten Statuen,
setzten sich die letzten geladenen Gaste in den Saal und legten ihre
Kleider zur Seite.
Nur Delegierte, Maler und Feuilletonisten in ihrer
kulturellen Eigenart schmollten noch in ihren Lehnstuhlen nebenan (im
Erker) und vergaben sich hinter den Fachern ihres Kartenspiels.
Auben,
rundumher im Schneeaquarell, spazierte und plauderte das geistliche Moskau.
Gemultich geduckte Burgerhauser warfen blumerante Schattenbauten auf die
Nordseite des Konzertsaals, was die Sperrschrift des Papieranschlages an
der Pforte verdeckte und Kerzenlichter bis zum Dochtnacken erstickte.
In
den Wohnbauten sah man Madchen in karierten Puffarmelkeidern, sie saben auf
farierten Samtpolstersesseln und umsaumten die glanzlosen Fenster ihrer
Baracken.
Stets angeborene Wege und Hauser, Aus und Einblicke, die
Zacharias mit scharfen Blicken stach.
Seine schon nabkalte Trommel hatte er
mit einem Fell zugedeckt und im Nacheinander dieses Nachmittags aus der
Pflicht in den Alltag getragne.
Angelehnt an den Flugelrand der
Rundbogenfenster (zum Festsaal) starrte er in den prominenten
Menschenrummel im Odeum, der sich um ein Pianoforte versammelte, um
verschiedenen Virtuosen mit passivem Applaus zu schmeilchen.
Zwischen den
riesigen Proszeniumturen lehnten Soldaten, die das Ausmab der Lichtstrecke
kontrollierten und nach Dochttoten und Parade nur mehr Glanz am weinroten
Teppichboden duldeten.
Als der erste Virtuose in die Tasten des prunkvollen
Flugels schmetterte, lehnten sich alle grob und kleingewachsenen Menschen
auf und bedeckten ihr Herz, patriotisch und stolz auf Rachmaninows
Tondichtung, mit dem rechten Handrucken.
Unbeirrt und stolzgemacht vom
Chauvinismus der Menschen im Saal legt Zacharias seine Trommel frei und
beginnt loszumaschieren, erst links, dann rechts, entschlossen in seine
Trommel zu schlagen.
Er durchstobt die riesigen Holzturen und zieht
trommelnd in den Konzertsaal ein.
Vor dem Pianisten angehalten — die
geladenen Gaste geizten nicht mit Hochmut und stachen ihn indes mit feurig
roten Blicken — lost er die Trommel aus der wundgeschundenen Lederschleife
und legt sie vor das Klavier.
Es war sien letzter Trommelschlag.
(Damals
war Zacharias 9 Jahre alt.)
Moscú, invierno de 1904, en la sala de conciertos del Teatro Bolshoi en la plaza Sverlov,
y aparte de esas cuatro estatuas que han estado nevadas durante días,
los últimos invitados se sentaron en el salón y pusieron los suyos
ropa a un lado.
Sólo los delegados, pintores y columnistas en sus
peculiaridades culturales todavía estaban de mal humor en sus sillones de al lado (en el
mirador) y se perdonaron a sí mismos detrás de los compartimentos de su baraja de cartas.
auben,
todo en acuarela de nieve, caminó y conversó espiritual Moscú.
Burgerhauser agazapado Multich arrojó edificios sombríos floridos en el
Lado norte de la sala de conciertos, indicando las cursivas del aviso en papel.
la puerta estaba oculta y la luz de las velas ahogada hasta la nuca.
En
en los edificios residenciales se podían ver chicas con vestidos de manga abullonada a cuadros, se sentaban
sillones de terciopelo de colores y cubrían las ventanas deslucidas de sus
cuartel.
Siempre formas y casas innatas, salidas e intuiciones que
Zacharias apuñaló con ojos afilados.
ya tenia su tambor frio
cubierto con una piel y en sucesión esta tarde desde el
Deber usado en la vida cotidiana.
Basado en el borde del ala del
ventana arqueada (hacia el salón de baile) miró fijamente a la prominente
Multitudes en el Odeum, que se reunían alrededor de un pianoforte, para
halagar a varios virtuosos con aplausos pasivos.
Entre
enormes puertas de proscenio se inclinaron soldados, la extensión del tramo de luz
controlado y después de mecha muerta y desfile solo más brillo en el vino tinto
Alfombra tolerada.
Como el primer virtuoso en las claves de lo magnífico
Los flugels resonaron, toda la gente grosera y baja se inclinó
levantando y cubriendo sus corazones, patriotas y orgullosos de Rachmaninoffs
Poema sinfónico, con el dorso de la mano derecha.
Sin inmutarse y enorgullecerse de
Chovinismo del pueblo en la sala, Zacharias expone su tambor y
comienza a marchar, primero a la izquierda, luego a la derecha, decidido en su
tocar el tambor
Rompe las enormes puertas de madera y tira
tamborileando en la sala de conciertos.
Se detuvo frente al pianista — el
invitados no eran tacaños con arrogancia y lo apuñalaron con fuego
ojos rojos - afloja el tambor del lazo de cuero herido
y los pone frente al piano.
Fue su último toque de tambor.
(En aquel momento
Zacarías tenía 9 años.)
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