Regenballade - Achim Reichel
С переводом

Regenballade - Achim Reichel

Альбом
Regenballade
Год
2019
Язык
`Alemán`
Длительность
404290

A continuación la letra de la canción Regenballade Artista: Achim Reichel Con traducción

Letra " Regenballade "

Texto original con traducción

Regenballade

Achim Reichel

Оригинальный текст

Ich kam von meinem Wege ab, weil es so nebeldunstig war.

Der Wald war feuchtkalt wie ein Grab und Finger griffen in mein Haar.

Ein Vogel rief so hoch und hohl, wie wenn ein Kind im Schlummer klagt

und mir war kalt, ich wußte wohl, was man von diesem Walde sagt!

Dann setzt' ich wieder Bein vor Bein und komme so gemach vom Fleck

und quutsch' im letzen Abendschein schwer vorwärts durch Morast und Dreck.

Es nebelte, es nieselte, es roch nach Schlamm, verfault und naß,

es raschelte und rieselte und kroch und sprang im hohen Gras.

Auf einmal, eh ich’s mich versehn, bin ich am Strom, im Wasser schier.

Am Rand bleib ich erschrocken stehn, fast netzt die Flut die Sohle mir.

Das Röhricht zieht sich bis zum Tann und wiegt und wogt soweit man blickt

und flüstert böse ab und an, wenn es im feuchten Windhauch nickt.

Das saß ein Kerl!

Weiß Gott, mein Herz stand still, als ich ihn sitzen sah!

Ich sah ihn nur von hinterwärts, und er saß klein und ruhig da.

Saß in der Abenddämmerung, die Angelrute ausgestreckt,

als ob ein toter Weidenstrunk den dürren Ast gespenstisch reckt.

«He, Alter!"ruf ich, «beißt es gut?"Und sieh, der Baumstamm dreht sich um und wackelt mit dem runden Hut und grinst mit spitzen Zähnen stumm.

Und spricht, doch nicht nach Landesart, wie Entenschnattern, schnell und breit,

kommt’s aus dem algengrünen Bart: «Wenn's regnet, hab' ich gute Zeit»!

«So scheint es», sag ich und ich schau in seinen Bottich neben ihn.

Da wimmelts blank und silbergrau und müht sich mit zerfetzem Kiem´,

Aale, die Flossen zart wie Flaum, glotzäugig Karpfen.

Mittendrin,

ich traue meinen Augen kaum, wälzt eine Natter sich darin!

«Ein selt’nes Fischlein, Alter, traun!"Da springt er froschbehend empor.

«Die Knorpel sind so gut zu kaun"schnattert listig er hervor.

«Gewiß seid ihr zur Nacht mein Gast!

Wo wollt ihr heute auch noch hin?

Nur zu, den Bottich angefaßt!

Genug ist für uns beide drin!»

Und richtig watschelt er voraus, patsch, patsch am Uferrand entlang.

Und wie im Traume heb ich auf und schleppe hinterdrein den Fang.

Und krieche durch den Weidenhag, der eng den Rasenhang umschmiegt,

wo, tief verborgen selbst am Tag, die schilfgebaute Hütte liegt.

Da drinnen ist nicht Stuhl, nicht Tisch, der Alte sitzt am Boden platt,

es riecht nach Aas und totem Fisch, mir wird vom bloßem Atmen satt.

Er aber greift frisch in den Topf und frißt die Fische kalt und roh,

packt sie beim Schwanz, beißt ab den Kopf und knirscht und schmatzt im Dunkeln

froh.

«Ihr eßt ja nicht!

Das ist nicht recht!"Die Schwimmhand klatscht mich fett aufs

Knie.

«Ihr seid vom trockenen Geschlecht, ich weiß, die Kerle essen nie!

Ihr seid bekümmert?

Sprecht doch aus, womit ich Euch erfreuen kann!»

«Ja», klappre ich: «Ich will nach Haus, aus dem verfluchten Schnatermann.»

Da hebt der Kerl ein Lachen an, es klang nicht gut, mir wurde kalt.

«Was wißt denn Ihr vom Schnatermann?""Ja», sag ich stur,"so heißt der Wald.»

«So heißt der Wald?"Nun geht es los, er grinst mich grün und phosphorn an:

«Du dürrer Narr, was weißt du bloß vom Schnater-Schnater-Schnatermann?!»

Und schnater-schnater, klitsch und klatsch, der Regen peitscht mir ins Gesicht.

Quatsch´ durch den Sumpf, hoch spritzt der Matsch, ein Stiefel fehlt — ich acht

es nicht.

Und schnater-schnater um mich her, und Enten-, Unken-, Froschgetöhn.

Möwengelächter irr und leer und tief ein hohles Windgestöhn…

Des andern Tags saß ich allein, nicht weit vom prasslenden Kamin

und ließ mein schwer gekränkt´ Gebein wohlig von heißem Grog durchziehn.

Wie golden war der Trank, wie klar, wie edel war sein starker Duft!

Ich blickte nach dem Wald — es war noch sehr viel Regen in der Luft…

Ina Seidel (1885−1974)

Перевод песни

Me perdí porque estaba muy nublado.

El bosque estaba húmedo como una tumba y los dedos se enredaron en mi cabello.

Un pájaro lloró tan alto y hueco como cuando un niño llora en su sueño

y tenía frío, ¡sabía bien lo que dicen de este bosque!

Luego pongo mi pie delante de mi pierna otra vez y salgo fácilmente del lugar.

y en la última tarde la luz chirrió con fuerza a través del barro y la suciedad.

Había niebla, lloviznaba, olía a barro, podrido y húmedo,

crujía y goteaba y se arrastraba y saltaba en la hierba alta.

De repente, antes de darme cuenta, estoy en el arroyo, en el agua.

Me detengo en el borde, sobresaltado, la marea casi moja mis plantas.

Las cañas se extienden hasta los abetos y se balancean y se balancean hasta donde puedes ver

y susurra con enojo de vez en cuando cuando asiente con la brisa húmeda.

¡Eso se sentó un tipo!

¡Dios sabe, mi corazón dejó de latir cuando lo vi sentado!

Solo lo vi por detrás y se sentó pequeño y tranquilo.

Sentado en el crepúsculo, caña de pescar extendida,

como si un tallo de sauce muerto estirara fantasmalmente la rama seca.

"¡Oye, amigo!", grito, "¿muerde bien?" Y mira, el tronco del árbol se da la vuelta y mueve el sombrero redondo y sonríe en silencio con dientes afilados.

Y habla, pero no a la manera del país, como el cacareo de los patos, rápida y ampliamente,

viene de la barba verde alga: "Si llueve, me lo pasaré bien"!

"Eso parece", le digo y miro dentro de su tanque junto a él.

Se enjambra brillante y de color gris plateado y lucha con branquias desgarradas,

Anguilas, aletas tan suaves como el plumón, carpas de ojos saltones.

En el medio,

¡Apenas puedo creer lo que veo cuando una serpiente rueda en ellos!

"¡Un pececito raro, viejo, atrévete!" Luego salta como una rana.

"El cartílago es tan fácil de masticar", parloteó astutamente.

«¡Ciertamente eres mi invitado esta noche!

¿Dónde más quieres ir hoy?

¡Adelante, toca la cuba!

¡Hay suficiente para los dos!".

Y él realmente avanza, golpe, golpe a lo largo de la orilla.

Y como en un sueño lo recojo y luego arrastro la captura.

Y arrástrate a través del bosque de sauces que abraza fuertemente la pendiente de césped,

donde, escondida en lo profundo incluso en el día, yace la choza hecha de juncos.

No hay silla allí, no hay mesa, el anciano está sentado en el suelo,

huele a carroña ya pescado muerto, solo respirar me llena.

Pero él mete la mano fresca en la olla y se come el pescado frío y crudo,

la agarra por la cola, le muerde la cabeza y la muerde y la golpea en la oscuridad

alegre.

"¡No estás comiendo!

¡Eso no está bien!" La mano que nada me golpea en el suelo.

Rodilla.

"Eres del sexo seco, lo sé, ¡los tipos nunca comen!

estas angustiado?

¡Dime qué puedo hacer para complacerte!"

"Sí", balbuceo: "Quiero irme a casa del maldito Schnatermann".

Entonces el tipo se echa a reír, no sonaba bien, me dio frío.

“¿Qué sabes del Schnatermann?” “Sí”, digo obstinadamente, “ese es el nombre del bosque”.

"¿Ese es el nombre del bosque?" Ahora comienza, me sonríe verde y fósforo:

"Eres un tonto flaco, ¿qué sabes sobre Schnater-Schnater-Schnatermann?"

Y parloteo, parloteo, golpe y golpe, la lluvia azota mi rostro.

Tonterías por el pantano, el barro salpica alto, falta una bota, tengo ocho años.

no.

Y charla-charla a mi alrededor, y patos, sapos, ranas.

Gaviota risa loca y vacía y profunda un gemido hueco del viento...

Al día siguiente me senté solo, no lejos de la chimenea crepitante

y deja que mis huesos malheridos sean asfixiados con grog caliente.

¡Qué dorada era la poción, qué clara, qué noble era su fuerte olor!

Miré el bosque - todavía había mucha lluvia en el aire...

Ina Seidel (1885-1974)

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