813 Maryland St. - Hotel Books

She put a bullet through a bible and thought it would empower her,

but she felt nothing and tha’ts all she needed to finally feel nothing.

She stopped by my house the next morning and said, «I'm sorry, but I still don’t feel like this life is worth living,

yet all you can do».

I looked at her with tears in my eyes and said, «Darling, I’m sorry, but I’m glad I’m not you».

She said, «At least I know this is all temporary, but the carpet grains will still hold

stains …

even when we die».

You won’t have to face them but they will remain.

She said she had enough baggage to rattle the cage of rage, worthless page,

after page.

To rearrange the strange game of pain, seeking further into a strain of remains.

Tags with names, she felt like the lone survivor of a civil war of inner peace

versus inner desire.

Hoping somehow, to change, the casualties were her hope and her sanity,

a damaging callamity of fragile ideals being washed away, when waging war

against a staging of poor ideologies that led to death.

But at least she felt something and at last t all meant something.

There’s no way to see beuty when it’s just the blind leading the blind.

There’s no way to see beauty when it’s just losing love to justify lies.

There’s no way to see beauty when it’s just hte blind leading the blind.

There’s no way to see beauty when we lose love just to justify our stupid lies.

She said, «I watched my house catch fire and I didn’t feel a single thing».

Well, darling, congratulations, I wish I had that sort of inner peace.

I’m digging into catacombs, built beneath this frame I call a body and

expectations diminish as I uncover there’s nothing underneath hiding.

She had taken what I once needed to feel I could be something and I spent so

long being bitter, but now I’m finally celebrating, thanking god for those

moments where my eyes met hers and she was caught in the life that felt like

one rapid blur.

The spur of the moment cure for her boredom and my lack of adventure.

Wewere caught somewhere betweena pack of menthols she kept on the nightstand

where she would sleep and a broken down truck that used to drive into our

dreams, but now sad as an eyesore metaphor for the home we created to nourish

our

Ella metió una bala en una biblia y pensó que la empoderaría,

pero no sintió nada y eso es todo lo que necesitaba para finalmente no sentir nada.

Pasó por mi casa a la mañana siguiente y dijo: "Lo siento, pero todavía siento que esta vida no vale la pena".

sin embargo, todo lo que puedes hacer».

La miré con lágrimas en los ojos y le dije: «Cariño, lo siento, pero me alegro de no ser tú».

Ella dijo: "Al menos sé que todo esto es temporal, pero los granos de la alfombra aún se mantendrán".

manchas…

incluso cuando morimos».

No tendrás que enfrentarlos, pero permanecerán.

Dijo que tenía suficiente equipaje para sacudir la jaula de la ira, página sin valor,

después de la página.

Para reorganizar el extraño juego del dolor, buscando más en una cepa de restos.

Etiquetas con nombres, se sentía como la única superviviente de una guerra civil de paz interior

frente al deseo interior.

Esperando de alguna manera, cambiar, las bajas fueron su esperanza y su cordura,

una calamidad dañina de ideales frágiles que se desvanecen, cuando se libra la guerra

contra una puesta en escena de ideologías pobres que llevaban a la muerte.

Pero al menos sintió algo y al final todo significó algo.

No hay forma de ver la belleza cuando son solo los ciegos guiando a los ciegos.

No hay forma de ver la belleza cuando solo se trata de perder el amor para justificar las mentiras.

No hay forma de ver la belleza cuando es solo el ciego guiando al ciego.

No hay forma de ver la belleza cuando perdemos el amor solo para justificar nuestras estúpidas mentiras.

Ella dijo: «Vi mi casa incendiarse y no sentí nada».

Bueno, cariño, felicidades, ojalá tuviera ese tipo de paz interior.

Estoy cavando en catacumbas, construidas debajo de este marco que llamo un cuerpo y

las expectativas disminuyen a medida que descubro que no hay nada escondido debajo.

Ella había tomado lo que una vez necesité para sentir que podía ser algo y pasé tanto

mucho tiempo amargado, pero ahora finalmente estoy celebrando, agradeciendo a Dios por esos

momentos en los que mis ojos se encontraron con los de ella y ella quedó atrapada en la vida que se sentía como

un desenfoque rápido.

El impulso del momento cura para su aburrimiento y mi falta de aventura.

Estábamos atrapados en algún lugar entre un paquete de mentoles que tenía en la mesita de noche

donde ella dormiría y un camión averiado que solía conducir a nuestra

sueños, pero ahora triste como una monstruosa metáfora del hogar que creamos para nutrir

nuestro