Transit - Richard Shindell

The merge from the turnpike was murder, but it’s never a cinch

It was Friday at five, and no one was giving an inch

They squeezed and the edged and they glared

Half them clearly impaired by rage or exhaustion

The rest were just touchy as hell

Somewhere near Paterson everything slowed to a crawl

The all-news station was thanking someone for the call

It’s a van from St. Agnes’s choir

There’s a nun out there changing a tire

By the time they got by her, tempers were out of control

So they all hit the gas in a dash for position

Bobbing and weaving and flashing their highbeams

Flipping the bird and screaming obscenities

A murderous hoard hell-bent on Saturday

And so they continued west-bound and into the sun

Law and decorum constraining nary a one

By then it was devil-may-care

Not one even vaguely aware

That they had come all the way to the Delaware Water Gap

But how had it happened?

They had all missed their exits

How had it happened?

Was it some kind of vortex?

And in they all went, bumper to bumper

Faster and faster, no sign of a trooper

In they all went, like sheep to the slaughter

Bankers and carpenters, doctors and lawyers

In they all went, families in minivans

Reagan republicans, weekend militiamen

They followed the river, and rounded the bend

Between Minsi and Tammany and into their destiny

Lying in ambush right their before them

The angry old sun right on the horizon

Sister Maria tightened the bolts of the spare

She said a quick prayer and put the old van into gear

Thank God that the traffic was light

If she hurried she might not be late

For that evening’s performance at the state penitentiary

She entered the common room and there was her choir

Altos and baritones, basses and tenors

Car thieves and crack dealers, mobsters and murderers

Husbands and sons, fathers and brothers

And so it began in glorious harmony

Softly and tenderly — calling for you and me

With the interstate whining way off in the distance

And the sun going down through the bars of the prison

They poured out their souls, they poured out their memories

They poured out their hopes for what’s left of eternity

To sister Maria — her soul like a prism

For the light of forgiveness on all of their faces

La fusión de la autopista de peaje fue un asesinato, pero nunca es pan comido

Era viernes a las cinco y a nadie le importaba un centímetro

Ellos apretaron y los bordes y miraron

La mitad de ellos claramente afectados por la ira o el agotamiento.

El resto eran simplemente delicados como el infierno.

En algún lugar cerca de Paterson todo se ralentizó a paso de tortuga

La estación de noticias estaba agradeciendo a alguien por la llamada.

Es una furgoneta del coro de St. Agnes.

Hay una monja cambiando un neumático

Para cuando llegaron junto a ella, los ánimos estaban fuera de control.

Así que todos pisaron el acelerador en una carrera por la posición

Meciéndose y tejiendo y parpadeando sus luces altas

Volteando el pájaro y gritando obscenidades

Un tesoro asesino empeñado en el sábado

Y así continuaron hacia el oeste y hacia el sol.

La ley y el decoro limitan a nadie

Para entonces era despreocupado

Ni siquiera uno vagamente consciente

Que habían llegado hasta Delaware Water Gap

Pero, ¿cómo había sucedido?

Todos habían perdido sus salidas.

¿Cómo había sucedido?

¿Fue una especie de vórtice?

Y entraron todos, parachoques contra parachoques

Más y más rápido, sin señales de un soldado

Entraron todos, como ovejas al matadero

Banqueros y carpinteros, médicos y abogados.

En fueron todos, familias en minivans

republicanos de Reagan, milicianos de fin de semana

Siguieron el río y doblaron la curva

Entre Minsi y Tammany y en su destino

Acostado en una emboscada justo delante de ellos

El viejo sol enojado justo en el horizonte

La hermana María apretó los tornillos de la rueda de repuesto.

Dijo una oración rápida y puso la vieja furgoneta en marcha.

Gracias a Dios que el tráfico era ligero.

Si se apurara, tal vez no llegue tarde

Para la actuación de esa noche en la penitenciaría estatal

Entró a la sala común y ahí estaba su coro.

Altos y barítonos, bajos y tenores

Ladrones de autos y traficantes de crack, mafiosos y asesinos

Esposos e hijos, padres y hermanos

Y así comenzó en gloriosa armonía

Suave y tiernamente, llamándonos a ti y a mí

Con la interestatal lloriqueando en la distancia

Y el sol poniéndose a través de los barrotes de la prisión

Vertieron sus almas, derramaron sus recuerdos

Vertieron sus esperanzas por lo que queda de la eternidad

A la hermana María, su alma como un prisma

Por la luz del perdón en todos sus rostros