Bar Metrò - Don Backy

Tra stanchi ferrovieri un poco buffi

notturne guardie, con grossi baffi

mandavan giùquel vino come fosse

un Dio con passi di velluto rosso

Per non pensar Domani éun altro giorno

e al puzzo di sudore in pieno inverno

che traspirava dai baveri alzati

dei loro pastranoni stazzonati

Un cameriere brutto quanto basta

ci prospettava riso, oppure pasta

sbirciava l’orologio e — si vedeva — ci odiava

E le puttane su sgabelli appollaiate

con quelle gambe certo troppo accavallate

offrivano agli sguardi di platea

la loro industria con la mercanzia

Mentre i magnaccia nei lapin impellicciati

con quei pesanti anelli grossi ed ostentati

bevendo rhum, contavano la grana

nel mentre che fumavano marjuana

Un fumo grosso si tagliava a fette

l’ora diceva quattro e zerosette

la filodiffusione diffondeva

una canzone, sì, Come pioveva

Seduti al tavolino si aspettava

il risottino, e intanto si capiva

di quanto fosse inutile parlare

di quanto fosse inutile sperare

Ci guardavamo muti dentro gli occhi

per una strada chiusa, senza sbocchi

pensando forse a un’isola lontana, lontana

Ed un barbone che sfogliava le attricette

forse sognando di palpar loro le tette

la sigaretta fatta con cartine

gli provocava tosse senza fine

Le mani vinte, sprofondate nelle tasche

ed un destino, dalle tinte troppo fosche

davanti a una schedina sfortunata

la nostra storia era così, finita

Entre los trabajadores ferroviarios cansados ​​un poco divertido

guardias nocturnos, con grandes bigotes

se tragaron ese vino como si fuera

un dios con pasos de terciopelo rojo

No pensar mañana es otro día

y el olor a sudor en pleno invierno

que transpiraba de los cuellos subidos

de sus abrigos arrugados

Un mesero suficientemente feo

nos prometió arroz, o pasta

miró su reloj y —era visible— nos odiaba

Y las putas encaramadas en taburetes

con esas piernas ciertamente demasiado cruzadas

ofrecido a las miradas de la audiencia

su industria con mercancías

Mientras que los proxenetas en abrigos de piel lapin

con esos anillos pesados, grandes y ostentosos

bebiendo ron, contaron el grano

mientras fumaban marihuana

Un gran humo fue cortado en rodajas

el tiempo dijo cuatro cero siete

el hilo musical se extendía

una canción, sí, cómo llovió

Sentados a la mesa, esperaron

risotto, y mientras tanto entendimos

de lo inútil que era hablar

de lo que era inútil esperar

Estábamos en silencio mirándonos a los ojos

en una calle cerrada, sin salidas

tal vez pensando en una isla lejana, lejana

Y un vagabundo que hojeaba las estrellitas

tal vez soñando con caerse las tetas

el cigarrillo hecho con papel de liar

le hizo toser sin parar

Las manos ganadas, hundidas en los bolsillos

y un destino, con tonalidades demasiado lúgubres

frente a un boleto desafortunado

por lo tanto, nuestra historia había terminado