Ballad of the Alamo - Marty Robbins, Дмитрий Зиновьевич Тёмкин

In the southern part of Texas, in the town of San Antone

There’s a fortress all in ruin that the weeds have overgrown

You may look in vain for crosses and you’ll never see a one

But sometime between the setting and the rising of the sun

You can hear a ghostly bugle as the men go marching by;

You can hear them as they answer to that roll call in the sky:

Colonel Travis, Davy Crockett and a hundred eighty more;

Captain Dickenson, Jim Bowie, present and accounted for

Back in 1836, Houston said to Travis

«Get some volunteers and go — fortify the Alamo.»

Well, the men came from Texas and from old Tennessee

And they joined up with Travis just to fight for the right to be free

Indian scouts with squirrel guns, men with muzzle loaders

Stood together heel and toe to defend the Alamo

«You may never see your loved ones,» Travis told them that day

«those that want to can leave now, those who’ll fight to the death,

let 'em stay.»

In the sand he drew a line with his army saber

And out of a hundred eighty five, not a soldier crossed the line

With his banners a-dancin' in the dawn’s golden light

Santa Anna came prancin' on a horse that was black as the night

He sent an officer to tell Travis to surrender

Travis answered with a shell and a rousin' rebel yell

Santa Anna turned scarlet;

«Play Degu"ello,» he roared

«I will show them no quarter, everyone will be put to the sword.»

One hundred and eighty five holdin' back five thousand

Five days, six days, eight days, ten;

Travis held and held again

Then he sent for replacements for his wounded and lame

But the troops that were comin' - never came

Twice he charged, then blew recall, and on the fatal third time

Santa Anna breached the wall and he killed them one and all

Now the bugles are silent and there’s rust on each sword

And the small band of soldiers lie asleep in the arms of The Lord

In the southern part of Texas, in the town of San Antone

Like a statue on his Pinto rides a cowboy all alone

And he sees the cattle grazin' where a century before

Santa Anna’s guns were blazin' and the cannons used to roar

And his eyes turn sort of misty, and his heart begins to glow

And he takes his hat off slowly to the men of Alamo…

To the thirteen days of glory at the seige of Alamo

En la parte sur de Texas, en el pueblo de San Antone

Hay una fortaleza en ruinas que la maleza ha cubierto

Puedes buscar cruces en vano y nunca verás una

Pero en algún momento entre la puesta y la salida del sol

Puedes escuchar una corneta fantasmal mientras los hombres pasan marchando;

Puedes escucharlos mientras responden a ese pase de lista en el cielo:

el coronel Travis, Davy Crockett y ciento ochenta más;

Capitán Dickenson, Jim Bowie, presentes y representados

En 1836, Houston le dijo a Travis

Consigue algunos voluntarios y ve a fortificar El Álamo.

Bueno, los hombres vinieron de Texas y del viejo Tennessee

Y se unieron a Travis solo para luchar por el derecho a ser libres

Exploradores indios con pistolas de ardilla, hombres con avancargas

Se pararon juntos talón y punta para defender el Álamo

«Puede que nunca veas a tus seres queridos», les dijo Travis ese día.

«ahora se van los que quieren, los que luchan a muerte,

que se queden.»

En la arena dibujó una línea con su sable del ejército

Y de ciento ochenta y cinco, ningún soldado cruzó la línea

Con sus banderas bailando en la luz dorada del amanecer

Santa Anna vino haciendo cabriolas en un caballo que era negro como la noche

Envió a un oficial para decirle a Travis que se rindiera.

Travis respondió con un caparazón y un grito rebelde.

Santa Anna se puso escarlata;

«Toca Degüello», rugió

«No les daré cuartel, todos serán pasados ​​a espada».

Ciento ochenta y cinco reteniendo cinco mil

Cinco días, seis días, ocho días, diez;

Travis sostuvo y sostuvo de nuevo

Luego envió a buscar reemplazos para sus heridos y cojos

Pero las tropas que venían nunca llegaron

Dos veces cargó, luego sopló el recuerdo, y en la tercera vez fatal

Santa Anna rompió el muro y los mató a todos.

Ahora las cornetas están en silencio y hay óxido en cada espada

Y el pequeño grupo de soldados yacen dormidos en los brazos del Señor

En la parte sur de Texas, en el pueblo de San Antone

Como una estatua en su Pinto monta un vaquero solo

Y ve el ganado pastando donde un siglo antes

Las armas de Santa Anna estaban ardiendo y los cañones solían rugir

Y sus ojos se vuelven algo empañados, y su corazón comienza a brillar

Y se quita el sombrero lentamente ante los hombres de Álamo...

A los trece días de gloria en el sitio de Álamo